El equipo del Dr. García-Arumí, pionero en los tratamientos de tumores oculares
21 de abril de 2011
El Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona (IMO) es uno de los centros de referencia en el campo de la oncología ocular. El Dr. José García-Arumí está al frente de su Departamento de Oncología Oftálmica, además de ser Catedrático de Oftalmología de la UAB, Jefe de Servicio del Hospital Vall d’Hebrón y Secretario de la Sociedad Española de Retina y Vítreo. Hemos hablado con él para conocer los últimos avances de la especialidad en el tratamiento de los principales tumores que afectan a los ojos.
¿Cuál es el tumor ocular que se da con más frecuencia en adultos?
Si hablamos de tumores malignos, el más frecuente es el melanoma de coroides, un tipo de cáncer muy agresivo y que puede producir metástasis al hígado, por lo que conviene detectarlo a tiempo y tratarlo correctamente. En el caso de los tumores benignos, el más habitual es el hemangioma de coroides. Es benigno porque no produce metástasis ni riesgo para otros órganos del cuerpo, pero sí para la visión, ya que suele crecer cerca del nervio óptico.
¿Y en los niños?
Sin duda, el tumor maligno más frecuente es el retinoblastoma. Se trata de un tumor que puede darse en los primeros meses de vida de los niños, que tiene un componente hereditario del 50%, que suele afectar a los dos ojos y que es muy agresivo. Se estima que uno de cada 15.000 neonatos lo padece, y se trata con una combinación de quimioterapia y radioterapia.
¿Cómo puede saberse si un bebé padece un retinoblastoma?
El síntoma más evidente es que se aprecia a simple vista una sombra blanca en la pupila del niño. Aunque esa mancha puede ser producida por otra dolencia, conviene acudir inmediatamente al oftalmólogo. Por regla general, una pupila que no es completamente negra tiene algún tipo de problema.
¿Qué papel juega la tecnología en el éxito de los tratamientos de este tipo de cánceres?
La tecnología ha evolucionado mucho en los últimos años y nos permite luchar contra los tumores intraoculares con un porcentaje de éxito cada vez mayor. Para empezar, disponer de tecnologías de diagnóstico por la imagen como la ecografía 3D, la retinografía, la angiografía de campo amplio o la resonancia magnética nuclear nos permite no sólo hacer un diagnóstico certero y precoz, sino también conocer la altura, el tamaño, el tipo, la tasa de crecimiento y la ubicación concreta del tumor para escoger el tratamiento más adecuado.
¿Ocurre lo mismo en los tratamientos?
Sin duda. La braquiterapia que se emplea en el tratamiento del melanoma de coroides se basa en placas de Rutenio 106 o de Yodo 125 que han evolucionado mucho en los últimos años, de manera que hoy podemos evitar que la radiación afecte a otra parte que no sea el ojo, minimizando los posibles efectos secundarios. Lo mismo podemos decir de la endorresección, una técnica de microcirugía que, combinada con la radioterapia, ofrece muy buenos resultados.
¿Hasta qué punto se puede innovar en su especialidad?
En el IMO hemos demostrado que es posible innovar en técnicas de oncología ocular. Fuimos pioneros en el uso de la braquiterapia con rutenio. También hemos desarrollado estudios clínicos multicéntricos que han demostrado la eficacia de la terapia fotodinámica para el tratamiento del hemangioma de coroides, que es actualmente el tratamiento de elección para estos tumores. Sin embargo, creo que el futuro de la especialidad pasará por la farmacogenética, es decir, por el estudio del ADN y de los tejidos tumorales para crear fármacos que ataquen con eficacia únicamente a las células cancerosas.
Radioterapia selectiva y terapia fotodinámica, principales avances en oncología ocular
El tumor intraocular maligno más frecuente en el adulto es el melanoma de coroides (capa que se encuentra debajo de la retina y la nutre). En España se declaran unos 240 nuevos casos al año. Puede crecer sin síntomas, si bien, en algunos casos, el paciente puede sufrir disminución de la visión -si el tumor está cerca de la mácula (parte central de la retina)-, desprendimiento de retina o hemorragia intraocular, dos procesos comúnmente asociados al melanoma de coroides. Los casos asintomáticos pueden diagnosticarse con una exploración rutinaria del fondo del ojo, “que toda la población debería hacerse anualmente a partir de los 50 años, edad a partir de la cual es más común que empiecen a aparecer los tumores oculares”, advierte el Dr. José García-Arumí, especialista en retina y oncología ocular del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona.
El tratamiento más habitual es la braquiterapia, que consiste en una placa radioactiva de rutenio o yodo que se sitúa durante unos días en la zona tumoral. Al ser local, evita la radiación externa y minimiza posibles efectos secundarios. Su efectividad es superior al 90% si se aplica en las primeras fases, ya que existe un alto riesgo de metástasis, básicamente al hígado, cuya mortalidad es del 90%. En algunos casos, la braquiterapia se aplica en combinación con la endorresección, cirugía que consiste en eliminar quirúrgicamente el tumor mediante láser y vitrectomía. En ocasiones se tiene que provocar un desprendimiento de retina para acceder al tumor y poder tratarlo mediante láser y vitrectomo (instrumento que despedaza y aspira el tumor). Otro tipo de tumor de la capa subrretiniana es el hemangioma de coroides, un tumor benigno – sin riesgo de metástasis – pero que se desarrolla de forma muy rápida y agresiva, con riesgo para la visión ya que amenaza el nervio óptico (transmisor de las imágenes de la retina al cerebro) y la mácula. Los hemangiomas de coroides se tratan con terapia fotodinámica, una técnica que hasta hace pocos años se aplicaba a la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE). Un estudio liderado por el Dr. García-Arumí ha demostrado la eficacia de la terapia para tratar este tipo de tumor ocular. El tratamiento, que consiste en la aplicación intravenosa de un fármaco sobre el que posteriormente se proyecta un láser, actúa selectivamente sobre el tumor, dañando mínimamente la retina.
Otros tumores oculares son los retinoblastomas, el 50% de los cuales se transmiten de una generación a otra. Afecta a 1 de cada 15.000 neonatos y es el tumor ocular maligno más común en la infancia. El tratamiento suele ser una combinación de radioterapia y quimioterapia. “Actualmente se está estudiando un tratamiento selectivo, introduciendo quimioterapia a través de la arteria oftálmica” explica el Dr. García-Arumí. “Si da buenos resultados, dispondremos de un tratamiento con menos efectos secundarios“, añade. Este tipo de tumores son muy agresivos y es importante diagnosticarlos y tratarlos a tiempo para evitar la enucleación ocular (extracción total del ojo).
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