¿Qué es el glaucoma?
El glaucoma es una de las causas de ceguera más comunes.
Comprende un conjunto de enfermedades que provocan un daño progresivo e irreversible del nervio óptico. Esta estructura es clave para la visión ya que, a través de ella, las imágenes que capta la retina (convertidas en impulsos nerviosos) se transmiten al cerebro para que este las interprete y se genere la visión.
Afectación visual
El glaucoma es una enfermedad crónica que se produce por una muerte precoz de las células ganglionares de la retina, cuyos axones forman el nervio óptico y este empieza a quedar vació por su ausencia.
Como consecuencia, se produce una pérdida de funcionalidad y el campo visual del paciente va reduciéndose, si la enfermedad no se trata a tiempo.
¿Por qué se produce el glaucoma?
Factor de riesgo más común
El principal factor de riesgo que puede desencadenar un glaucoma es la hipertensión ocular. Por lo general, esta condición ocurre porque, por diferentes causas, el humor acuoso (líquido que baña el interior del ojo) no drena correctamente y se acumula, ejerciendo una presión excesiva sobre el nervio óptico y causándole un “estrés” que no puede soportar.
Otros factores de riesgo
Sin embargo, hay personas con la presión intraocular elevada que no tienen glaucoma y pacientes con valores normales (menos de 21 mm Hg de presión) que, por el contrario, desarrollan la patología.
Hay que tener en cuenta que el glaucoma no es solo la consecuencia de un defecto “mecánico” del sistema de drenaje del humor acuoso, sino que se trata de una enfermedad multifactorial cuyo origen todavía es poco conocido. Se está investigando en este campo y se sospecha que los problemas vasculares pueden estar asociados a los casos de glaucoma con presión intraocular normal, ya que los vasos sanguíneos del interior del globo ocular son de los más finos del cuerpo y, por tanto, especialmente frágiles.
Factores hereditarios
Por otro lado, la predisposición genética es un factor de peso en determinados tipos de glaucoma, como el primario de ángulo abierto (familiar) –el más común– o el congénito –que aparece en los primeros meses de vida– y el juvenil.
¿Cómo se puede prevenir el glaucoma?
La importancia de un diagnóstico a tiempo
La clave para prevenir el daño irreversible que produce el glaucoma en el nervio óptico es el diagnóstico precoz de la enfermedad para poder controlarla antes de que siga evolucionando. Dado que en la mayoría de casos no provoca síntomas hasta fases avanzadas de la patología, se recomienda someterse a revisiones oftalmológicas cada dos años a partir de los 40, edad en la que se activa el proceso degenerativo del ojo y empieza a aumentar la incidencia del glaucoma.
Controles periódicos
Asimismo, se aconseja que los controles sean anuales en personas con alguno de los siguientes factores de riesgo:
- Edad (mayores de 60 años)
- Antecedentes familiares de glaucoma
- Hipertensión ocular
- Miopía o hipermetropía alta
- Otras enfermedades oculares, como patologías de córnea, retina, uveítis etc.
- Traumatismos oculares
- Ángulo iridocorneal (formado por la córnea y la esclera con el iris) estrecho
- Raza negra o asiática
Equipos de última generación
Los avances en equipos diagnósticos han contribuido a que el glaucoma se pueda detectar en estadios muy incipientes en la consulta oftalmológica.
Para ello, un correcto diagnóstico es esencial, explorando tanto el nervio óptico, como el fondo de ojo.
Generalmente se realizan las siguientes pruebas:
- Tomografía de Coherencia Óptica (OCT) posterior y HRT, para detectar alteraciones en las zonas posteriores del ojo (retina y nervio óptico)
- Tonometría o medición de la presión intraocular
- Paquimetría, que permite medir el grosor de la córnea
- Gonioscopía, para explorar correctamente el ángulo iridocorneal
- Campimetría, para valorar la visión periférica o de los laterales del campo visual
Tipos de glaucoma
Existen multitud de tipos de glaucoma, los más comunes son los siguientes:
Glaucoma de ángulo abierto y glaucoma de ángulo cerrado
- El glaucoma primario de ángulo abierto se caracteriza por un mal funcionamiento de la malla trabecular, zona de drenaje del humor acuoso. Debido a ello, la salida del humor acuoso (un fluido que se produce dentro del ojo) es más lenta de lo normal y esto causa un aumento de la presión intraocular, que daña progresivamente el nervio óptico.
- Por lo que se refiere al glaucoma de ángulo cerrado, ocurre porque el ángulo iridocorneal (lugar donde se encuentra la malla trabecular) se cierra, impidiendo la salida del humor acuoso. En este caso, también se produce un aumento de la presión intraocular, con el consecuente daño neural asociado, en el nervio óptico.
Glaucoma congénito
El glaucoma congénito es una enfermedad rara o minoritaria, que afecta a 1 de cada 10.000 personas, en los países industrializados. Se suele manifestar y diagnosticar durante los primeros meses o años de vida y puede afectar gravemente la visión de los niños afectados.
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Glaucoma normotensivo
El glaucoma normotensivo se presenta en personas con una presión intraocular estadísticamente normal (por debajo de los 21 mmHg). No obstante, las personas que lo padecen presentan daños en las fibras del nervio óptico, similares a otros tipos de glaucoma, con la consiguiente pérdida de visión y del campo visual que ello conlleva.
Al ser una enfermedad que se debe a muchos factores, por el momento, se desconocen las causas de este tipo de glaucoma. No obstante, se están realizando investigaciones en este campo y se sospecha que puede estar vinculado a problemas vasculares.
Por lo que se refiere a su tratamiento, las estrategias terapéuticas para tratar el glaucoma normotensivo están dirigidas a controlar y reducir la presión intraocular (ya sea con colirios, láser o cirugía) para intentar mantener y conservar el estado del nervio óptico afectado.
Síntomas
Una enfermedad silenciosa
El 50 % de pacientes con glaucoma, no sabe que lo padece. En la mayoría de casos, no provoca síntomas evidentes, como dolor o disminución brusca de la visión.
Pese a pasar inadvertida hasta que el daño ya es importante y ha reducido gran parte del campo visual, la enfermedad sigue avanzando, pudiendo afectar a las actividades cotidianas del paciente y convertir otras en peligrosas, como la conducción.
Síntomas más frecuentes
La mayoría de pacientes con glaucoma, presenta los siguientes síntomas:
- la pérdida de la visión periférica o lateral del campo visual
- en algunos casos, existe pérdida de la visión central, en las primeras fases
- caídas, ya que el glaucoma multiplica por 4 el riesgo de padecer este tipo de accidentes
- los ataques agudos de glaucoma pueden producir:
- ojo rojo
- dolor intenso
- visión borrosa
- halos alrededor de las luces
- náuseas o vómitos
Tratamientos asociados
El glaucoma es una patología crónica que actualmente no se puede curar. Esto se debe a que no es posible regenerar el nervio óptico y recuperar la visión perdida. Sin embargo, la enfermedad se intenta controlar mediante diferentes opciones terapéuticas, que tienen como objetivo conservar la visión que tiene el paciente en el momento del diagnóstico.
Objetivo: reducir la presión intraocular
El único método efectivo para frenar el glaucoma es la reducción de la presión intraocular, los tratamientos más habituales son los siguientes: colirios hipotensores oculares; el tratamiento láser, con procedimientos como la ciclofotocoagulación transescleral con láser de diodo o la trabeculostomía con láser excímer (ELT); cirugías míniamente invasivas, como la esclerectomía profunda no perforante y la trabeculectomía o los implantes de drenaje, así como los MIGS (Minimally Invasive Glaucoma Surgery)
Pacientes con presiones oculares normales
Bajar la presión intraocular también ha demostrado ser efectiva en pacientes que padecen glaucoma sin hipertensión ocular (glaucoma normotensivo).
Esto se debe a que cuando el nervio óptico está dañado, incluso una presión normal puede contribuir a su mayor y más rápido deterioro, por lo que reducirla es la única manera de frenar la patología.
Futuras terapias
Actualmente, se están estudiando vías de tratamiento complementarias, como la neuroprotección.
Este tratamiento tiene por objetivo prevenir la muerte prematura de las células ganglionares de la retina y el daño del nervio óptico que causa su pérdida. Pese a que todavía no se han obtenido resultados concluyentes en la práctica clínica, las investigaciones en curso han puesto de manifiesto los siguientes beneficios de estas sustancias: protegen de forma directa el nervio óptico y neutralizan toxinas dañinas, como los radicales libres de oxígeno, responsables del envejecimiento celular debido al oxígeno, más presentes en ojos con glaucoma de ángulo abierto que en pacientes sanos.
Testimonio
La cirugía fue un éxito y, cuando llegó el momento de intervenir el otro ojo, no lo dudé ni un instante. Hoy sigo con la presión controlada
Elvira Escribano
Especialistas que tratan esta patología
Preguntas frecuentes
Aunque sabemos que la presión intraocular (PIO) elevada es el factor de riesgo más frecuente de desarrollar glaucoma, existen glaucomas que cursan con PIOs dentro de los valores que se consideran “normales” (generalmente, por debajo de 21 mmHg).
Por ello, medir la PIO no es suficiente, también es necesario hacer un examen oftalmológico completo, incluyendo una valoración del fondo de ojo.
Las personas con antecedentes familiares de glaucoma, no deben esperar “a notar” algún síntoma, ya que la enfermedad es silente, en la mayor parte de su desarrollo y, cuando da síntomas, ya está avanzada.
Por ello, es importante realizar revisiones oculares periódicas, aunque no se noten síntomas. Esto permite detectar y tratar a tiempo la enfermedad si aparece.
Para detectar el glaucoma y determinar de qué tipo es y en qué estadio se encuentra, no es necesario realizar exploraciones muy complejas ni dolorosas para el paciente. Las pruebas más importantes a la hora de realizar el diagnóstico son el examen del nervio óptico –bien sea de manera directa o con pruebas automatizadas como la OCT– y la toma de la presión ocular (tonometría). Estas se complementan con la realización de un campo visual (campimetría) para determinar el estadio de la enfermedad; la visualización el ángulo que forman la córnea, el iris y la esclera para clasificar el tipo de glaucoma (gonioscopia) y la medición del grosor corneal ya que puede influir en el valor de presión ocular (paquimetría).
En el interior del ojo existe un espacio que se llama cámara anterior. Este espacio contiene un líquido transparente (humor acuoso), que baña las estructuras que allí se encuentran y mantiene sus propiedades ópticas.
El líquido está entrando y saliendo constantemente de la cámara anterior. La salida del mismo se produce a través del ángulo que forman la córnea y el iris cuando se unen. El ángulo tiene la función de dejar salir el humor acuoso hacia el exterior del ojo para que la presión intraocular se mantenga estable y no se dañe el nervio óptico.
En el caso de los glaucomas de ángulo abierto, pese a que este ángulo está abierto, por diferentes motivos, no funciona correctamente, por lo que el humor acuoso sale más lentamente del ojo, provocando un aumento de la presión intraocular y el consiguiente daño del nervio óptico.
En el caso de los glaucomas de ángulo cerrado, el ángulo se cierra e impide la salida del humor acuoso, aumentando igualmente la presión intraocular.
El campo visual es el espacio que abarca la visión del ojo cuando está inmóvil mirando un punto fijo. Normalmente, se evalúa el perímetro del campo visual y también la sensibilidad que tiene en las diferentes zonas dentro de este perímetro.
La cirugía robótica permite realizar intervenciones quirúrgicas de una forma mucho más precisa y menos invasiva a través de robots que asisten a los cirujanos y logran un nivel de temblor 10 veces menor al de la mano humana. Estos robots actúan de forma parecida a un simulador de vuelo, ya que reproducen con gran exactitud, en el interior del ojo, los movimientos que el cirujano realiza desde el exterior.
Pese a que la cirugía robótica es un campo con mucho futuro por delante, los robots están en estudio para poder canular venas e introducir en ellas sustancias o fiadores (pequeños catéteres) para abrir trombos.
En primer lugar, es importante aclarar que la presión arterial se refiere a la presión que ejerce la sangre en las paredes de las arterias y que nada tiene que ver con el glaucoma. El principal factor de riesgo conocido del glaucoma y el único contra el que actualmente podemos luchar es la presión intraocular. Ésta es el resultado de la presión del humor acuoso (líquido transparente que baña las estructuras oculares) sobre la pared del ojo. Actualmente, no se conoce ninguna medida preventiva para evitar la presión intraocular, que se intenta controlar mediante tratamiento farmacológico o láser.
Por lo que respecta a la presión arterial, si es elevada puede ser el origen de muchas patologías retinianas, como la retinopatía hipertensiva o la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), ya que la retina es un tejido altamente vascularizado que contiene una gran cantidad de vasos sanguíneos. Por el contrario, en algunos casos, la presión arterial baja puede producir lesión de aspecto glaucomatoso en el nervio óptico por mala perfusión sanguínea del mismo.
El aumento de la presión ocular obedece a múltiples factores, que pueden resumirse como mecanismos que hacen que el líquido intraocular (humor acuoso) no se pueda eliminar correctamente por su canal normal, lo que provoca dicho aumento de presión. Éste puede ser leve y crónico -glaucoma crónico- o brusco, debido a otros procesos. El oftalmólogo debe examinar al paciente de forma urgente, especialmente en el caso de las formas agudas.
El paciente puede notar pequeños cuerpos flotantes, que son los restos capsulares en el espacio vítreo, pero pasados unos días, normalmente, desaparecen. La fotocoagulación con láser YAG se aplica en la cápsula que sujeta la lente intraocular artificial y que, con el tiempo, se vuelve opaca, por lo que el paciente pierde visión. La fotocoagulación con láser YAG no es dolorosa y logra, de una forma rápida, una mejoría visual.
La amplitud horizontal del campo visual se extiende hasta 200- º, mientras que su extensión vertical llega a 130- º, en condiciones normales.
Es un factor de peso importante en el glaucoma, aunque las bases genéticas de la patología son heterogéneas: existen algunos casos de transmisión directa de generación en generación (como ocurre en los glaucomas congénitos) y otros casos de herencia compleja (por ejemplo, los glaucomas pseudoexfoliativos), en los que se observa un porcentaje de afectos en una misma familia superior a la media poblacional. En ambas circunstancias, los estudios genéticos brindan la oportunidad de detectar posibles futuros casos de glaucoma.
Mientras las investigaciones genéticas siguen avanzando para aumentar el conocimiento en este campo, es importante que los pacientes con antecedentes familiares de glaucoma sean conscientes del mayor riesgo que tienen de padecer la enfermedad. Por ello, es recomendable que las personas con familiares afectos, especialmente de primer orden (padres, hermanos y/o hijos), se sometan a controles oftalmológicos anuales como tarde a partir de los 40 años.
Antelación
En ocasiones, los pacientes desean realizarse tratamientos para verse mejor antes de un evento o de una ocasión especial. En estos casos, en líneas generales, se suele recomendar realizarlos con una antelación mínima de 3 semanas, para que:
- se puedan apreciar los resultados definitivos
- no hayan marcas
- tener margen para realizar retoques, en caso de que sean necesarios
Tratamientos quirúrgicos
Por su parte, los tratamientos quirúrgicos se suelen realizar con una antelación mínima de 2 meses para poder apreciar los resultados definitivos. En este sentido, generalmente, son cirugías mínimamente invasivas, sin marcas visibles, que tienen por objetivo mantener la armonía del rostro del propio paciente, alejándose de resultados demasiado artificiales.
La mejor época del año
La mayoría de tratamientos tanto de medicina estética, como quirúrgicos, pueden llevarse a cabo en cualquier momento del año.
La única excepción son los láseres (IPL y CO2), cuya aplicación no se realiza en periodo estival, ya que los rayos del sol inciden de forma negativa en el postratamiento.
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Es muy importante que el paciente con presión ocular elevada, principal factor de riesgo de desarrollar un glaucoma, sea muy escrupuloso en seguir el tratamiento y las recomendaciones del oftalmólogo.
Entre otros, algunos fármacos pueden provocar una subida de la presión intraocular. Por este motivo, los pacientes deben revisarse periódicamente la visión, incluyendo la toma de la presión ocular y consultar con el oftalmólogo la medicación que toman.
El glaucoma provoca una disminución progresiva del campo visual del paciente, cuya visión periférica se va reduciendo poco a poco. Por ello, es difícil percatarse de esta pérdida gradual hasta que la enfermedad ya se encuentra en estadios avanzados y el campo visual se ha reducido en gran parte y de manera irreversible.
El mito de que las personas con glaucoma ven un túnel negro no se ajusta a la realidad, ya que el “aspecto” de la enfermedad varía según la persona y el grado de afectación del campo visual. Algunos pacientes describen visión borrosa, niebla o visión de puntos ciegos, aunque muchas veces les resulta difícil explicar qué les pasa y pueden confundir el glaucoma con otras enfermedades oculares como las cataratas.
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