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1.500

intervenciones al año en IMO

Hasta el

100%

de recuperación de la visión potencial

¿Qué es la cirugía de catarata?

Esta cirugía es el procedimiento quirúrgico más practicado, con alrededor de 400.000 personas operadas al año de catarata en España, ya que la opacificación del cristalino es un problema muy común, especialmente en la madurez. El objetivo final de la intervención es sustituir esta lente natural del ojo por una lente artificial que cumpla de forma más efectiva su función de enfocar nítidamente las imágenes.

Se trata de una intervención breve, indolora y de rápida recuperación que, gracias a la especialización y a la incorporación de la última tecnología, ha logrado un gran perfeccionamiento, con muy altas tasas de éxito. Para ello, se han ido sumando avances quirúrgicos –como el uso del láser de femtosegundo o de sistemas automatizados de guiado por imagen– y mejoras en el diseño de las lentes intraoculares implantadas.

La comunicación entre paciente y especialista es fundamental para determinar el momento más adecuado para la intervención y el tipo de lente intraocular idóneo en cada persona, con el fin de recuperar el máximo de visión potencial tras la cirugía y, además, reducir de forma personalizada la dependencia de las gafas y/o lentes de contacto (pudiendo aconsejarse intervenciones adicionales en algunos casos).

Tipos de lentes intraoculares

  • Monofocales: diseñadas con un solo foco para la visión de lejos
  • Multifocales: pueden ser bifocales (visión cercana-lejana) o trifocales (visión cercana-intermedia-lejana)
  • Tóricas: permiten corregir el astigmatismo, bien sean monofocales o multifocales

¿En qué casos se realiza?

La cirugía de catarata suele considerarse cuando la pérdida de visión provocada por la opacidad del cristalino interfiere en la autonomía y las actividades cotidianas del paciente. También se indica cuando el avance de la patología provoca complicaciones como aumento de la presión intraocular o uveítis.

Sin embargo, no es necesario esperar a que la catarata sea limitante para el paciente y esté en fases avanzadas –cuando la operación resulta más compleja– para poder tratarla. De hecho, cada vez más, se opta por su intervención precoz, ya que es un procedimiento altamente seguro y eficaz en manos expertas.

En algunos casos, la cirugía del cristalino se recomienda como técnica para corregir la presbicia (vista cansada) y otros defectos refractivos (miopía, hipermetropía, astigmatismo) en pacientes, generalmente a partir de los 45-50 años, que se encuentran en la fase inicial de la degeneración del cristalino. De este modo, cuando empieza a ser disfuncional y perder su capacidad de enfoque, se reemplaza con un fin refractivo, lo que también permite anticiparse a su progresiva pérdida de transparencia, que acabará dando lugar a la catarata.

Exámenes previos

Una buena evaluación previa es imprescindible para diagnosticar de forma precisa la patología –tipo, tamaño, localización e impacto sobre la calidad óptica de la catarata– y, a partir de ahí, realizar una indicación quirúrgica a medida.

Las pruebas que se realizan en consulta a los pacientes candidatos a cirugía de catarata incluyen:

  • Test de agudeza visual y refracción
  • Toma de la presión intraocular (tonometría)
  • Examen con lámpara de hendidura
  • Análisis de la calidad visual con el OQAS (Optical Quality Analisis System)
  • Medición de la forma, la curvatura y el grosor de la córnea (topografía)
  • Contaje de células endoteliales de la córnea
  • Exploración del fondo de ojo
  • Estudio de la anatomía del segmento anterior y otras estructuras oculares (tomografía de coherencia óptica)
  • Cálculo de la lente intraocular (biometría)

La correcta ejecución de estas pruebas, como es el caso de la biometría –que determina la longitud axial y otras medidas del ojo y, con ello, la potencia de la lente a implantar– es el primer paso para el éxito quirúrgico. Por esta razón, IMO cuenta con el equipo especializado del Área de Pruebas Diagnósticas, que trabaja codo con codo con los cirujanos de catarata.

Durante la intervención

La cirugía de catarata dura alrededor de diez minutos y suele realizarse con anestesia tópica (gotas) o, en algunos casos, periocular (inyección cerca del ojo). En la mayoría de ocasiones, se opera primero un ojo y, al cabo de unos días, tras confirmar la evolución sin complicaciones del paciente, el otro.

La técnica más utilizada se conoce como facoemulsificación y el método convencional para practicarla es mediante ultrasonidos.

  1. Con un bisturí, se hace una pequeña incisión en el ojo y se abre una “ventana” circular en el saco del cristalino para poder actuar en su interior
  2. Se inserta una sonda que, con la energía de ultrasonidos, fragmenta y succiona la catarata
  3. En el saco que envolvía el cristalino, se implanta la lente intraocular que lo sustituye

En algunos casos, este procedimiento puede llevarse a cabo con el láser de femtosegundo, que IMO incorporó precursoramente para la cirugía de catarata en 2012. Este láser realiza la incisión y la apertura en el cristalino obedeciendo los parámetros introducidos por el cirujano en el ordenador y ablanda la catarata antes de que sea troceada y absorbida por la sonda para disminuir su tiempo de acción. Al aportar una precisión micrométrica y aumentar todavía más la rapidez y seguridad de la técnica, es de especial utilidad para tratar cataratas complejas, como las que se dan de nacimiento (congénitas) o después de un traumatismo.

Tras la intervención

El postoperatorio de la cirugía de catarata es prácticamente indoloro y el paciente suele notar pocas molestias (sequedad ocular, sensación de arenilla en el ojo, deslumbramiento…), que remiten a los pocos días.

Después de la intervención, aunque al principio la visión no sea perfecta, ya puede hacerse vida normal, tomando algunas precauciones durante la primera semana: evitar esfuerzos físicos o movimientos bruscos, no frotarse los ojos, procurar dormir boca arriba o del lado del ojo no operado, utilizar gafas de sol para salir a la calle y cuidar las medidas de higiene, además de seguir el tratamiento y los controles indicados por el oftalmólogo.

Respecto a la recuperación visual, es habitual que el paciente necesite un tiempo para adaptarse a su nueva situación y que, después de haber convivido con la “neblina” de la catarata, se sorprenda de recuperar nitidez y características como una mayor iluminación, sensibilidad a los colores…

A fin de conseguir la máxima independencia de la corrección óptica tras la cirugía de catarata, puede valorarse la posibilidad de practicar otras intervenciones según las características y necesidades visuales de cada paciente.

Riesgos

En la mayoría de ocasiones, la cirugía de catarata consigue resultados excelentes y muy satisfactorios para los pacientes, con un impacto positivo en su calidad de vida (por ejemplo, facilitando la conducción y reduciendo el riesgo de caídas).

En más de un 95% de los casos no presenta complicaciones, aunque no debe banalizarse y, como cualquier operación, no está exenta de riesgos. De hecho, es la intervención que puede provocar un mayor porcentaje de problemas secundarios, como la opacidad de la cápsula posterior del cristalino –el más frecuente–, que se produce por el crecimiento de células que “empañan” la lente intraocular y que se trata mediante la aplicación de un láser en consulta.

Una correcta indicación y ejecución de la técnica quirúrgica contribuye a minimizar posibles complicaciones que, en caso de producirse, son normalmente leves y pueden solventarse.

Testimonio

La misma tarde de la intervención ya veía bien y aún hoy, 17 años después, sigo sin utilizar gafas.

Amèlia Petit

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