¿Qué es la retinopatía diabética?
Es la enfermedad vascular más frecuente de la retina. Se origina por el daño producido en los vasos retinianos a causa de la descompensación metabólica de la diabetes.
Comporta una pérdida de visión que, en ocasiones, puede ser muy importante.
“El factor de riesgo número 1 para tener lesiones en la retina por el azúcar es el tiempo de evolución de la diabetes”. Dr. Rafael Navarro – IMO Barcelona.
¿Por qué se produce?
Con el mantenimiento de elevados niveles de glucemia, las paredes de los vasos retinianos se alteran y se vuelven más permeables, dejando pasar fluido al espacio extracelular.
En casos más avanzados, se produce una proliferación de vasos sanguíneos anómalos que originan hemorragias.
La presencia de sangre en el espacio vítreo (un gel transparente que rellena el globo ocular), hace que éste se vuelva opaco, causando una disminución de la visión que en general se produce de forma brusca.
¿Cómo se puede prevenir?
La población diabética debe realizar un control estricto de su glucemia, de la presión arterial y de los lípidos plasmáticos.
Existen otros factores que influyen negativamente en la retinopatía diabética como la obesidad, el tabaquismo o el sedentarismo.
Estos pacientes (que ascienden a más de 200 millones en todo el mundo) requieren revisiones periódicas de la retina ya que, generalmente, la retinopatía diabética no provoca síntomas hasta que la lesión es severa.
Síntomas
Con frecuencia, el paciente no es consciente de la enfermedad hasta que el daño es severo. Los síntomas de retinopatía diabética pueden ser:
- Visión borrosa y pérdida gradual de la visión
- Visión de manchas o “moscas volantes”
- Sombras o áreas de visión perdidas
- Dificultad para ver de noche
Tratamientos asociados
La retinopatía puede afectar a la mácula (zona central de la retina responsable de la visión de detalle) o a su periferia.
Según la zona afectada y el grado de desarrollo de la enfermedad, los especialistas disponen de diferentes opciones de tratamiento, como la fotocoagulación con láser, las inyecciones intravítreas o la cirugía (vitrectomía).
Otras complicaciones visuales asociadas a la diabetes, como el glaucoma o las cataratas, requieren tratamientos específicos.
Testimonio
De repente todo se truncó y tengo claro que, de no haber sido por IMO, hoy iría con bastón
César Francisco González
Especialistas que tratan esta patología
Preguntas frecuentes
Lo más importante para hacer una angiografía es que el paciente no sea alérgico a las sustancias que se van a inyectar.
Es una técnica diagnóstica para determinar las estructuras patológicas y anormales que tiene la retina, tanto en sus vasos como en sus diferentes capas. Es válida para la degeneración de la mácula, para la retinopatía diabética y para otras muchas alteraciones maculares y para vasculopatías.
La verde de indocianina es una técnica que se utiliza en algunos casos de degeneración macular asociada a la edad exudativa y sirve para definir los neovasos y, ocasionalmente, se utiliza para diagnosticar alguna otra enfermedad. La angiografía fluoresceínica es la técnica más estándar para el estudio de las enfermedades de los vasos y de la retina en general.
La angiografía es una técnica que sirve para delinear los casos de la retina o la coroides. Se utilizan diferentes contrastes, normalmente la fluoresceína sódica o el verde indocianina. Esta exploración también es muy útil para el diagnóstico de otras afecciones de la retina, especialmente del llamado epitelio pigmentado. En general, las angiografías sirven para estudiar múltiples enfermedades de la retina y su diagnóstico.
No es contraproducente para ningún tratamiento ocular.
Después de cualquier operación del ojo puede hacerse deporte o esfuerzo físico, aunque es conveniente esperar unos días para que las cicatrices se establezcan. Normalmente, diez o doce días suele ser un tiempo suficiente para poder realizar una vida normal. En todo caso, siempre es mejor consultarlo con el médico, por si puede existir alguna contraindicación.
En general, puede hacer una vida normal, excepto si lleva gas dentro del ojo, en cuyo caso, debe adoptar la posición que le indique su médico. Siempre debe evitar viajar en avión o a alturas superiores a 800- 600 m., como el paso por puertos de montaña, bien en tren o en automóvil. Ante esta necesidad, hay que consultar al oftalmólogo.
Es mucho más frecuente que aparezcan hemorragias en el post-operatorio de una intervención, especialmente si se ha practica vitrectomía, en el caso de los pacientes con retinopatía diabética. Esto se debe a que las paredes de los vasos de estos pacientes son enormemente frágiles y más tendentes a producir sangrados.
Antelación
En ocasiones, los pacientes desean realizarse tratamientos para verse mejor antes de un evento o de una ocasión especial. En estos casos, en líneas generales, se suele recomendar realizarlos con una antelación mínima de 3 semanas, para que:
- se puedan apreciar los resultados definitivos
- no hayan marcas
- tener margen para realizar retoques, en caso de que sean necesarios
Tratamientos quirúrgicos
Por su parte, los tratamientos quirúrgicos se suelen realizar con una antelación mínima de 2 meses para poder apreciar los resultados definitivos. En este sentido, generalmente, son cirugías mínimamente invasivas, sin marcas visibles, que tienen por objetivo mantener la armonía del rostro del propio paciente, alejándose de resultados demasiado artificiales.
La mejor época del año
La mayoría de tratamientos tanto de medicina estética, como quirúrgicos, pueden llevarse a cabo en cualquier momento del año.
La única excepción son los láseres (IPL y CO2), cuya aplicación no se realiza en periodo estival, ya que los rayos del sol inciden de forma negativa en el postratamiento.
Descubre aquí todos los tratamientos que realiza el Departamento de estética.
Las inyecciones intraoculares actúan liberando fármacos de forma local en el interior del ojo, especialmente en la retina y de forma aun más específica, en la mácula (zona central de la retina responsable de la visión de detalle). El caso más claro es el tratamiento de la DMAE, aunque también se aplican con éxito en casos de trombosis retiniana, alta miopía y de enfermedades vasculares de la retina, como edema macular diabético. Con el uso de las inyecciones intraoculares, se ha conseguido que cerca del 60% de los pacientes tratados recupere la visión, frente al 20% que lo hacía con otras técnicas, y se evitan los riesgos asociados a la cirugía, cuyo número se ha reducido casi a la mitad en los últimos años, gracias a esta opción farmacológica. Al ser un campo que se está desarrollando a un ritmo vertiginoso, se espera que pronto también puedan tratarse patologías hereditarias de la retina que actualmente no tienen cura.
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En bus
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