María Fuentes
13 de abril de 2022
Una intervención de desprendimiento de retina provocó una catarata secundaria a María Fuentes, quien, gracias al trabajo coordinado de los especialistas de IMO, logró mejorar con creces un pronóstico de visión del 40% para toda la vida.
María Fuentes, médica y homeópata, cuidadora materno-infantil y educadora de salud, sufrió un desprendimiento de retina en el ojo derecho en septiembre de 2010. La operaron de urgencia en Cádiz, donde vive y trabaja como responsable del Centro de Salud Artemisa de Arcos de la Frontera. Tras dos meses de reposo absoluto, el resultado fue una catarata en el ojo derecho secundaria a la intervención de retina y un pronóstico de un 40% de visión para el resto de su vida.
Primero el desprendimiento de retina, después la catarata, y además en su ojo derecho se sumaba otra catarata y una ambliopía (ojo vago) en su ojo izquierdo. Entre septiembre de aquel año y febrero de 2011, María Fuentes trabajó con ese 40% de visión y asumió que iba a tener que acostumbrarse a esta limitación visual de por vida. Sin embargo, en febrero, su optómetra le aconsejó visitar IMO para contrastar el diagnóstico y, en caso de ser necesario, para ponerse en manos del Área de Baja Visión. La Dra. Isabel Nieto le realizó una cirugía catarata en el ojo derecho y, con la lente intraocular, su visión mejoró mucho. Al cabo de un mes, se repitió la cirugía, esta vez en el ojo izquierdo, cuyo examen descartó que se tratara de un ojo vago, sino de un ojo miope, que con otra lente podría mejorar. Finalmente, en marzo del año pasado, María Fuentes alcanzó un 90% de visión. Después de haber vivido con gafas desde la adolescencia, ahora solo las usa para largas distancias.
¿Cómo ha vivido este proceso?
Finalmente, ha sido una experiencia enormemente satisfactoria. Yo vine a IMO con un pronóstico muy malo y no solo no me quedé con baja visión, como me habían dicho en Cádiz, sino que salí con un 90% de visión. Estoy muy agradecida a todas las personas que han contribuido a que yo actualmente pueda ver con toda claridad sin gafas y a que pueda seguir mi trabajo de médica y de aficionada a escritora en las mejores condiciones posibles. Quiero destacar el papel de los doctores Borja Corcóstegui e Isabel Nieto, que fueron quienes me atendieron, y de la experta en baja visión, Carol Camino, que me orientó. Tampoco puedo olvidar a Rocío Suazo, mi optómetra en Cádiz, que fue quien me animó y me conectó con IMO, y que hace un espléndido trabajo de prevención verdaderamente holística desde su especialidad.
¿Holística?
Holística, de la palabra griega “holos”, significa visión global; entender al ser humano como un todo en sí mismo e integrado en la globalidad externa. La medicina holística es algo muy antiguo, que con el paso de los años, se ha ido perdiendo en pro de la especialización. Sin embargo, vuelve a ser una tendencia; estamos llamados obligadamente a lo holístico, ya que mirar las cosas en conjunto permite que comprendamos mejor y que actuemos más correctamente. La holística es inevitable, es inaplazable y estamos yendo hacia ella.
¿Es compatible la subespecialización de IMO con esa concepción holística de la medicina?
Pues precisamente me ha sorprendido la capacidad de globalizar de IMO, que es la hiperespecialización por definición. Me he encontrado con un Instituto con una gran perspectiva global; una enorme eficacia de colaboración interprofesional y una auténtica interdisciplinariedad que he encontrado en muy pocos lugares. Para mí ha sido sorprendente y motivo de profunda admiración. Además, desde el primer momento, se me dio la confianza de que era posible mejorar el diagnóstico-pronóstico inicial, algo que me parece esencial como elemento de predisposición terapéutica y curación. Y está demostrada su eficacia. Otra grata sorpresa de IMO es que no se centra sólo en la vertiente tecnológica de la oftalmología, sino que también abarca la fisiológica, a través de la labor de optometría, que no todos los oftalmólogos tienen en cuenta… Como centro oftalmológico que se dedica a la visión creo que es lo más holístico posible.
Habrá quien piense que el concepto de medicina holística se inscribe en una corriente alternativa, minoritaria, poco científica…
Dentro del sistema científico, los grandes expertos y centros punteros, también van hacia lo holístico. Es fácil encontrar en un congreso de físicos cuánticos, a filósofos. Hay sectores dentro de la medicina cotidiana que también van hacia eso; no es muy generalizado, pero es una tendencia. La población necesita ir hacia esta concepción porque le permite comprender mejor las cosas, desde lo que sucede en su vida, lejos de lenguajes incomprensibles o parcialidades. Los sistemas monolíticos, como el sistema de salud, siempre van por detrás de la población a la hora de incorporar las nuevas perspectivas, pero es un paradigma que inevitablemente tenderá a consolidarse, o al menos yo lo considero así, que suelo pecar de optimista.
¿En qué debería cambiar el sistema de salud actual?
Es demasiado tecnológico y farmacológico y muy poco respetuoso con los procesos fisiológicos y biológicos. Pero se van abriendo brechas. La medicina menos convencional, que hace unos años era vista con desconfianza por muchos, va ganando credibilidad. Desde el punto de vista meramente formal, la OMS, que es un referente universal para todos, sostiene, por ejemplo, que la homeopatía es un método científico, la acupuntura también, la medicina china también… A altos niveles científicos, también hay aproximaciones. Además, es frecuente que entre científicos y gente del mundo de la cultura de alto nivel haya usuarios de este tipo de medicina. En los niveles ordinarios ya es más difícil, porque pasa por otros criterios de tipo organizativo, económico, etc. Pero la medicina de alto nivel está ampliando miras, también a la hora de afrontar enfermedades importantes. Si cuidáramos más todos los factores que sabemos que desencadenan grandes alteraciones en nuestro organismo, sin duda obtendríamos consecuencias positivas. Sabemos que hay campos electromagnéticos que alteran las células, sabemos que hay química que altera las células, sabemos que los impactos emocionales profundos y de larga duración alteran la química y los procesos celulares… Sabemos mucho sobre lo que altera las células y su crecimiento… No tenemos “la” respuesta, pero sí muchas pequeñas respuestas.
¿Y cómo gestionarlas?
Haciendo medicina preventiva, que, en realidad, es lo que es la base de la salud. Y además, haciéndolo de forma global, que implique también al sistema político, económico, cultural…
Es autora del libro Mujeres y salud desde el sur ¿Por qué mujeres? ¿La salud entiende de género? Como mujer he tenido el privilegio de poder conocer muy de cerca cuáles son los entresijos que mueven los hilos de la salud y de la vida de las mujeres. He observado a lo largo de mis 27 años de trabajo e investigación en clínica con miles de mujeres, que la vida cotidiana, los roles socioculturales, y la estructura tanto emocional como biológica de las mujeres, están íntimamente ligados a su manera de enfermar. Y por ello, me he detenido en describir, analizar, e investigar, sobre el cómo y el porqué de esa realidad y sus consecuencias, intentando, a la vez, dar algunas pistas para avanzar al respecto. Además, también el sistema sanitario aplica –como sistema social– unos parámetros diferentes en hombres y mujeres, tanto en los métodos diagnósticos, como en los terapéuticos, como en los de investigación… Es decir, que sí hay una medicina de género.
Enfermamos distinto…
Sí, pero es que además hay otra diferencia importante: las mujeres tenemos un vínculo especial con la salud… Seguimos siendo las grandes cuidadoras del sistema familiar y no familiar. Las mujeres sabemos y hemos sabido durante toda la historia sobre los cuidados de los otros; somos especialistas en ello. Uno de mis trabajos es desplazarme para dar conferencias y talleres a la población y el 90% siguen siendo las mujeres las que se interesan no importa por qué clase de tema toques. Por otro lado, lo femenino está muy imbricado en el diseño de la vida, por lo que esa implicación con los cuidados y la salud es algo que nos late dentro. En el momento en el que una mujer se queda embarazada, empieza un enorme interés por su cuerpo y por su salud, mucho mayor al que ha tenido antes. No importa el segmento de población al que pertenezca ni el nivel cultural, en el 90 % de los casos se despierta un interés mucho mayor por los procesos vitales, por los cuidados de la vida en general y por sus cuidados en particular. El embarazo y la maternidad son momentos de apertura máxima a todos los niveles. Alguien dijo “la mano que mece la cuna es la mano que puede cambiar el mundo”.
¿Por ello se dedica, entre otras cosas, a la atención materno-infantil? ¿En qué consiste exactamente esta labor? Materno-infantil es todo aquello que comprende desde el momento de la concepción hasta los primeros años de la vida de la criatura, pasados los tres. Es todo un mundo, que, normalmente, es abordado por diferentes especialistas: ginecólogos, comadronas, neonatólogos, pediatras… Cada uno se encarga de una parte, pero ninguno toca la globalidad. Hace 30 años inicié este trabajo porque considero que a partir de la concepción de una criatura, estamos en condiciones de comprender muchísimos de los procesos, tanto biológicos, como psíquicos, que se producen tanto en esa personita durante sus primeros meses y años de vida, como más allá de la primera infancia, donde muchos de los procesos de patologías que desarrollan tienen su origen en ese primer período. Hay estudios teóricos y clínicos del concepto de salud primal, que hablan de cómo el diseño del sistema básico de la salud se origina en los primeros nueves meses de la vida en el útero materno y en los primeros nueves meses de la vida extrauterina. Ahí es donde se diseña el sistema inmunológico, sistema endocrino, sistema nervioso, etc. Ahí se sientan las bases de lo que va a ser luego la salud y la enfermedad.
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